La reconstrucción de pecho con tejido propio es la técnica más duradera y armónica con la otra mama tras el tratamiento del cáncer de mama.
La Dra. Carmen Iglesias, cirujana del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario nos indica que la reconstrucción de mama que utiliza los propios tejidos de la paciente (reconstrucción autóloga) tiene muchas posibles técnicas en función de la localización de la mayor cantidad de grasa.
Se diferencia entre procedimientos que toman tejidos del abdomen (DIEP), la región glútea (SGAP o IGAP) o la cara interna de los muslos (PAP). El expansor tisular es un implante con capacidad para dilatar la piel y poder colocar en una segunda intervención una prótesis de mama. Ambas cirugías se efectúan con anestesia general y se deben separar entre tres y seis meses, según el tiempo que se necesite para conseguir un volumen adecuado de mama.
Como cada uno de los procesos en el cáncer de mama, la reconstrucción es también un hecho individualizado, personalizado, en el que la mujer puede optar entre varias técnicas. Cuando el tumor puede extirparse manteniendo parte de la misma, los cirujanos plásticos colaboran con los oncólogos para conseguir una forma adecuada de la misma. Este procedimiento se conoce como cirugía oncoplástica. Si la mama debe extirparse completamente, el mejor momento para la reconstrucción es en la misma cirugía de la exéresis, según la cirujana.
Por último, la doctora nos recuerda que el tejido que más frecuentemente se usa es el abdominal, pues el color de la piel, su textura y las características de esa grasa son los más semejantes a los de la mama. Para conseguir un mejor resultado se utilizan técnicas microquirúrgicas altamente especializadas, ya que no se lesiona ningún músculo y supone un beneficio estético para el abdomen, porque su resultado es el de una lipectomía abdominal estética (abdominoplastia).