El labio leporino es una malformación congénita que se caracteriza por una hendidura o separación en el labio superior, que puede afectar también a la nariz y al paladar. Esta anomalía se produce cuando los tejidos que forman el labio no se fusionan correctamente durante el desarrollo embrionario.
El labio leporino puede causar problemas de alimentación, habla, audición e infecciones, además de afectar la autoestima y la integración social de las personas que lo padecen. Por eso, es importante corregirlo mediante una cirugía especializada que restaure la forma y la función del labio.
La cirugía de labio leporino se realiza generalmente entre los 3 y los 6 meses de edad, bajo anestesia general. El cirujano plástico o maxilofacial hace unos cortes a ambos lados de la hendidura y une los tejidos con suturas muy finas, que se absorben con el tiempo. El objetivo es crear un labio simétrico, con una curvatura natural y una cicatriz mínima.
La cirugía de labio leporino suele durar entre una y dos horas, y el niño puede volver a casa el mismo día o al día siguiente. Es normal que haya algo de inflamación, dolor y sangrado en la zona operada, que se controlan con medicación y cuidados postoperatorios. El cirujano dará las indicaciones para alimentar al niño, limpiar la herida, evitar infecciones y favorecer la cicatrización.
Los resultados de la cirugía de labio leporino son muy satisfactorios, tanto desde el punto de vista estético como funcional. El niño podrá comer, hablar y respirar mejor, y tendrá un aspecto más armónico. Sin embargo, es posible que necesite otras intervenciones complementarias a medida que crezca, para mejorar la forma de la nariz, el paladar o los dientes.
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