Los 10 motivos por los que dejamos una dieta

¿Empezaste un régimen por tu cuenta y lo has dejado? Tranquilo, le pasa a ocho de cada diez personas. Conoce los 10 motivos por los que dejamos una dieta.

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El 81 por ciento de los españoles que hace un plan de adelgazamiento fracasa y no consigue el objetivo que perseguía, a pesar de que el 76 por ciento dice no estar satisfecho con su peso actual. Son los resultados de un reciente estudio realizado con encuestas a 2.944 personas por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), en colaboración con XLS Medical.

En realidad, son muchas las razones por las que nos cuesta seguir una alimentación sana, así que no digamos un régimen de adelgazamiento. Estos son los 10 motivos más habituales por los que dejamos aparcada una dieta que empezamos con ilusión.

  • 1. Falla la fuerza de voluntad

“De esta se van a enterar todos de lo que vale un peine. Me voy a quedar con un tipazo de los de verdad”. Y con estos pensamientos dignos del mejor libro de autoayuda empezamos una dieta con total dedicación: Comemos sólo lo que nos toca, bebemos un montón de agua y hasta decimos que no a esas “tentaciones” a las que nunca hemos sido capaces de negarnos, en forma de panchitos o patatas fritas. Cuando nos pesamos, la báscula responde a ese esfuerzo… Los primeros días. Cuando pasa el tiempo la determinación va fallando. Y “como por un día que me coma unos panchitos no pasa nada”, y “total hoy me los puedo volver a comer porque ya me los comí el otro día”, y “además hoy no bajo al gimnasio porque hace una tarde de perros”, y “el sábado por la noche está claro que me salto la dieta porque vienen estos a cenar”… Y un buen día nos damos cuenta de que hemos dejado la dieta en algún lugar, entre los cacahuetes y las clases de zumba.

Por supuesto que, en este escenario, la culpabilidad campa a sus anchas… Pero tranquilo, que le pasa a todo el mundo. Al principio, con la ilusión de la dieta y de lo bien que te vas a quedar, la voluntad es firme. Pero reconozcamos que una dieta no es algo que sea capaz de mantener nuestra “ilusión” durante un tiempo prolongado, así que la atención va decayendo. Quizá además no te hayas dado cuenta, pero a lo mejor el momento que elegiste para empezarla no era el adecuado. De acuerdo que acababas de volver de las vacaciones de Navidad y no te abrochaba el pantalón, pero si te coincidía con una época de más excitación o estrés, y otros elementos de la vida reclamaban tu atención (un cambio de trabajo, una nueva pareja, una mudanza, problemas económicos o sentimentales, la llegada de un hijo), iba a ser muy difícil que el nuevo plan de alimentación permaneciera en el primer lugar del ranking. Elige siempre el momento adecuado para empezar e intenta que en los otros ámbitos habituales de tu vida las aguas estén calmadas y no tormentosas.

  • 2. Pusiste objetivos a largo plazo

La encuesta de la SEEDO concluía que los españoles que se ponen a dieta quieren perder una media de 10 kilos en cinco meses. Empezamos mal. Está bien fijarse un objetivo final, pero no ponerle fecha. Al principio hay que ir a poco, preferiblemente semana a semana, y teniendo claro que el ritmo de pérdida de peso inicial rápidamente se frena y, aunque sigue avanzando si continúas la dieta, lo hace más lento.

  • 3. Dietas milagro

La de proteínas, las de consumo de líquidos, las que se centran en un solo alimento (alcachofa, piña), las altas en fibra, por no hablar de la que hizo Jennifer López, que lo leíste en una revista y te pusiste manos a la obra. En las dietas no hay milagro (si lo sabemos y nos lo repetimos tanto, ¿por qué seguimos insistiendo?). El quid de la cuestión de este tipo de regímenes es que seguramente se pierda peso, pero lo difícil después es mantenerlo porque es muy posible que retomemos nuestros hábitos alimenticios originales y encima lo hagamos con unas ganas desmesuradas después de semanas de restricciones. Enseguida recuperaremos el peso perdido y algún kilo más.

  • 4. Hiciste la dieta que a tu amiga Menganita le funcionó

Y Menganita se quedó delgadísima, no lo ponemos en duda. Pero párate a pensar si tu estilo de vida y tu complexión, tu organismo etc son los mismos que los de tu amiga. A cada persona, una dieta, la suya. En el Plan de adelgazamiento PRIM de Antiaging Group Barcelona se hace un completo estudio de cada paciente, que puede incluir un estudio nutrigenético, para que su guía de alimentación sea exactamente la que necesita esa persona. Si lo tuyo son un par de kilos en cogidos en las Navidades, quizá te interese conocer el Programa Detox de 28 días con supervisión médica para desintoxicar el organismo.

  • 5. No la acompañaste de ejercicio físico

No todo es el gimnasio, la máquina elíptica, la bici y el step. Busca algo que te apetezca, sea bailar, caminar… No es que las dietas tengan que ir acompañadas de ejercicio físico, es que la vida en sí misma debe incluir el ejercicio físico, moderado (o al gusto de cada cual) para llegar más sanos a viejos y para conseguir que, si perdemos peso, no volvamos a cogerlo.

  • 6. Dormir poco

Dormir menos horas de las convenientes es algo capaz de echar por tierra el mayor de los esfuerzos en una dieta de adelgazamiento. Descansar poco aumenta los niveles de grelina, una hormona que reduce la quema de calorías y aumenta las ganas de comer.

  • 7. La frustración

Al principio la báscula es nuestra amiga. Marca entre dos y cuatro kilos menos con total facilidad. Pero después comienza a frenar y llega un momento que ya no se pierden kilos, sino gramos. Pensamos que la dieta ya no nos funciona y la dejamos. Pero estamos equivocados. En realidad lo rápidamente que se pierden peso y volumen al principio se debe a la retención de líquidos acumulada. Una vez que la cosa se pone a raya, es el turno de la grasa, donde se consigue la pérdida de peso de verdad, pero no de manera tan rápida. Si vas perdiendo una media 500 gramos a la semana la cosa irá bien y además facilitará que no aparezca el efecto rebote.

Otro de los motivos es más psicológico. Muchas personas ven las dietas como un sacrificio, un paréntesis en nuestras vidas entre las cañas y las bravas, pero en realidad lo que habría que plantearse es si no necesitamos una nueva manera de comer de manera saludable, incorporar ese hábito a nuestra vida y dejar que se quede para siempre.

  • 8. Hacer trampas

“Hoy quedé a comer con mis amigas y no pude hacer la dieta porque en el restaurante había menú. Y en la oficina era el cumpleaños de Paula y me comí un bombón, ¡pero solo uno! Y ahora que lo pienso, mientras hacía la cena, piqué una albóndiga que había hecho para los niños, pero por ver cómo estaba de sal…” Total, que si te pones a pensar las trampas que has hecho en un solo día (de hecho, puedes probar a apuntarlas), te das cuenta de que la dieta está en peligro. Y entonces es una espiral hacia abajo. La próxima vez que te peses no habrás perdido los 500 gramos que esperabas, te desanimarás y eso te dará una justificación para volver a saltártela… “Bueno, como ayer y hoy me la he saltado bastante, esta semana la dejo pasar y vuelvo a empezar la dieta de cero el lunes que viene”…  Y ya sabemos cómo acaba esto.

  • 9. No bebes suficiente agua

“Bebemos poco y a veces sólo cuando sentimos sed, señales que además interpretamos como hambre porque es lo que hemos hecho siempre. Cuando en una dieta se aconseja beber unos 2 litros de agua al día no es sólo porque necesitemos hidratarnos sino porque debemos educar de nuevo a nuestro organismo a interpretar correctamente las señales”, explica la doctora Marisa Manzano.

  • 10. Falta de control

Es una de las causas fundamentales por las que dejamos una dieta. Sólo el 35,1 por ciento de las personas que quieren bajar de peso consulta con un profesional médico, mientras que el 49 por ciento se pone a dieta por sí solo, comiendo lo que estima oportuno.

“Uno de los principales motivos por los que nos cuesta tanto seguir una dieta sana es que en la mayoría de las veces nos sentimos solos ante tanto esfuerzo, porque la fortaleza mental para seguir la dieta debe estar bien fundamentada y ser constante -agrega la doctora Manzano-. Por eso el tener el seguimiento de un nutricionista que te asesora y te acompaña, no solo resuelve las dudas, sino que además estimula aquellos aspectos que son tus puntos fuertes y modifica los puntos débiles abriéndote nuevas estrategias para fallar menos”.

Fuente: antiaginggroupbarcelona.com

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